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Qué significa «A buen entendedor pocas palabras bastan»
“A buen entendedor pocas palabras” es un dicho popular que significa que una persona inteligente no necesita una explicación demasiado detallada para entender lo que se le está diciendo.
Dependiendo del contexto, este dicho puede tener una connotación positiva o negativa. Puede también ser tanto una advertencia como un insulto.
Por ejemplo, si el interlocutor quiere hacer entender a la otra persona que está hablando de más o que ya entendió y no necesita más explicaciones, puede simplemente responder: “a buen entendedor, pocas palabras”.
Como connotación positiva, puede ser usado para referirse a una reunión o a una conversación con alguien que fue simple y exitosa. Por ejemplo: —¿Cómo te fue en la reunión con tu jefe? —A buen entendedor, pocas palabras.
También puede usarse como una advertencia. Alguien puede decir: —¿Cómo le explico los problemas que estamos teniendo? —A buen entendedor, pocas palabras.
Finalmente, es usado como un insulto si se dice, por ejemplo: —A buen entendedor, pocas palabras. No entraré en más detalles.
Origen del refrán «A buen entendedor pocas palabras bastan»
Ensalzando el laconismo, de esta expresión tan antigua podemos decir que se explica por sí sola. Quien posee un mínimo de entendimiento no requiere de muchas explicaciones para comprender un asunto. Su origen podemos encontrarlo, por una parte, en su expresión latina Intelligenti pauca, es decir, “a los inteligentes, pocas cosas”. Y por otra, remontándonos a la Antigua Roma, época en la que el comediógrafo latino Tito Maccio Plauto la plasmó en una de sus sentencias: “al sabio, una sola palabra le basta”, ensalzando el amor y fascinación que en aquellos tiempos se tenía hacía el valor del conocimiento y la sabiduría.
Ligada a esta expresión encontramos una historia, convertida hoy en día casi en fábula, que afirma que en una audiencia que el cardenal Mazarino, diplomático y político francés, concedió a un mendigo, este último debía explicarse en tan solo dos palabras. El mendigo, que entendió a la perfección el mensaje, se dirigió hacia el cardenal y pronunció su discurso: “Hambre, frío”. A lo que Mazarino respondió, girándose hacia su secretario: “Comida, ropa”. Tras esta breve pero satisfactoria conversación, el cardenal Mazarino sentenció “a buen entendedor, pocas palabras”.