Con el paso de los años, la relación entre padres e hijos suele deteriorarse e incluso desviarse. Cuando llega la adolescencia, empiezan a surgir los problemas y las peleas son casi diarias. Por eso es importante tener una buena comunicación con los niños desde pequeños para fomentar una mejor relación.

Los expertos en crianza de los hijos han compartido una fórmula que puede ayudar a los padres a dirigir una buena relación cuidando las palabras utilizadas al dirigirse a sus hijos. En muchas ocasiones, en el calor de la desesperación provocada por algunas acciones de los hijos, los padres pueden perder la calma y decir lo que no deben.

 

Educar a los niños a través del miedo, mediante frases amenazantes como «te vas a ir con esa señora si no te calmas» o «te vas a quedar solo allí, me voy», no es la mejor opción, porque aunque los niños respondan y actúen como se desea, lo hacen como un simple acto de supervivencia, no porque hayan aprendido la lección.

Criar a los niños con amor tendrá mejores resultados que criarlos con miedo. Como padres, su papel es controlar esta emoción negativa, no generarla con sus propias acciones. Los padres expertos dicen que por cada «no» que digas a los niños, dales tres «sí».

Como en todas las relaciones sociales, siempre debemos intentar ponernos en el lugar de los demás. Piensa en un niño de cinco años que se encuentra con un estímulo externo que le despierta la curiosidad; inmediatamente activa su chip de explorador y buscará acercarse para aprender. En su ignorancia de los peligros y su proximidad a ellos, sus padres pueden gritarle que se mantenga alejado de cierta cosa o situación.

«No te acerques», «no juegues así», «no toques eso»… la palabra no es una constante en la vida de la mayoría de los niños, pero esto debe cambiar por opciones más alentadoras y que los acerquen a sus padres. Las indicaciones que necesitan los niños deben ser muy cuidadosas antes de expresarlas. 

La crianza positiva, la clave para los niños que están cerca de sus padres

El cerebro de los niños necesita escuchar positividad, en lugar de negatividad, cuando se trata de la cuestión de las señales de atención. Tenemos que prestar mucha atención a los hábitos y costumbres que hemos tenido durante tanto tiempo y que han formado a generaciones. La palabra «No» puede hacer que la gente tenga aún más ganas de saber más. 

Para cambiar esta práctica, primero debemos validar las emociones y la curiosidad de los niños, con frases como «entiendo que quieras jugar» o «eso es muy emocionante»; después, debemos indicarles el camino o el lugar donde pueden llevar a cabo su descubrimiento: «puedes jugar aquí o allí».

A partir de estos momentos se produce un paso muy importante para el desarrollo del cerebro de los niños, porque pueden surgir las rabietas: aquí, los padres deben ofrecerles tiempo, espacio y, sobre todo, respeto. Acompañarles en los malos momentos les llevará a tener una buena relación con sus hijos; la palabra es la principal herramienta para estar presentes, explicar el porqué de las decisiones y compartir la comprensión, en lugar de recurrir sólo a la imposición.