«En una ocasión cuando Buda estaba predicando su doctrina un hombre se le acercó y comenzó a insultarlo e intentar agredirlo pero Buda se mantuvo en un estado de imperturbable serenidad y silencio. Cuando hubo terminado su acción, se retiró.
Un discípulo que se sintió indignado por los insultos que el hombre lanzó contra Buda le preguntó porque dejó que lo maltratara y lo agrediera.
A lo que Buda respondió con segura tranquilidad: “Si yo te regalo un caballo pero tú no lo aceptas ¿de quién es el regalo?”
El discípulo contestó: – “Si no lo acepto, sería tuyo todavía”.
Entonces Buda respondió: -“Bueno. Estas personas emplean parte de su tiempo en regalarme sus insultos, pero al igual que un regalo, yo elijo si quiero aceptarlo o no. Los insultos son como regalos: si lo recoges, lo aceptas; si no lo recoges, quien te insulta se lo queda en sus manos. No podemos culpar al que insulta de nuestra decisión de aceptar su regalo. Por esa misma razón, esos insultos son para mí como un regalo que elijo no recoger. Simplemente los dejo en los mismos labios de donde salen.”
Reflexiones sobre esta fábula de El regalo de Buda
La ira es una emoción que nace en nuestro interior. Pero en nuestras manos está hacer que crezca o que se diluya. Cuando esa ira nace por algún insulto o calumnia, la clave está en la actitud que decidamos tener ante esas ofensas.
- ¿De verdad quieres ese regalo? : La metáfora del regalo es ideal para explicar qué actitud es la que nos evita sufrir ante las ofensas o los insultos. No es fácil, claro… Normalmente nuestro orgullo nos habla con su débil vocecita y nos dice cosas como ‘eh, ¿de verdad vas a dejar que te insulten? ¿Vas a dejar que queden como los vencedores?’ Y ahí está el error, aceptar el regalo de los insultos, que está lleno de ira y rencor.
- Nunca vence el que ofende ni el que calumnia: el que ofrece un regalo lleno de odio que nadie acepta, se queda con el odio, aunque aparentemente llegues a pensar que obtuvo una victoria. Ya sabes que dos no discuten si uno no quiere. El que llegó con ganas de discutir, no habrá conseguido su objetivo, y tú sin embargo, te mostrarás intacto.
- Las ofensas como falta de respeto: el que no acepta las ofensas muestra respeto. El que ofende, no. Y esto, la falta de respeto, repercutirá negativamente en esa persona, ya que nadie desea tener a alguien así a su lado.